lunes, 3 de agosto de 2009

otros demonios


Hace unos días cerré los ojos, miré mi mano izquierda y vi un punto negro brillando en mi puño. Lo apreté a medida que se iba haciendo más grande. Tanto que tuve que empezar a descubrirlo corriendo la piel a los costados. Era negro, brillaba. También era duro, una dureza fina que hubiese hecho ruido si la chocaba con mis uñas. Corrí la piel desesperadamente para terminar de sacar la negrura de que salía de mi cuerpo, y el punto devino bicho. Garrapata. Sacudí bruscamente la mano. La garrapata cayó panza arriba. Antes de terminar de caer le crecieron frenéticamente patas de araña.

Ver esas patas histéricas me sirvió para gritar frente a mi podredumbre. Despertarme con mi propia voz.

Hoy en cambio soñé que apuñalaba a un hombre (lo merecía). Recuerdo cada uno de los cuchillazos. Recuerdo el movimiento de mi mano y el estremecer de sus tripas.

No sé por qué me quejaba de mi insomnio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá soñara yo con destripar un hombre. Hombre con nombre y apellido (que sé, y también se lo merece).
A ver si así puedo liberar todo el dolor y desilución que llevo, todavía, conmigo.
Ahora se conviertió en bronca.
Capaz que me sentiría un poco menos peor. No pido más que eso.

Te quiere, Mele (la bañaperros)

marìa lluvia dijo...

shh,

la clave es soñar despierto.

Abstraído dijo...

yo cuando lei el texto se me ocurrio escribir un comentario con un final posible... "y yo que soñaba despierto."
je osea, no es una casualidad muy grande, son dos palabras, pero justas.
che nada, flashee. saludos¡