martes, 28 de junio de 2011

còmo olvidarse de un problema, 6 ejercicios básicos


1- Comience por tener un problema, siéntase nervioso, intranquilo, no concilie el sueño, irrite su colon, perciba còmo todo dentro de su cuerpo se mueve como si sus tripas produjesen un terremoto.

2- Piense en una cosa peor que podrìa pasarle o preocuparlo y vaya por ella. No comience por la peor de todas, vaya in crescendo.
Por ejemplo: Si los desastres ecológicos y los niños desnutridos en áfrica no lo dejan dormir, renuncie a su trabajo y empiece a sentirse miserable por ser un desocupado más y a sudar y descomponerse por las próximas entrevistas laborales en las que será examinado, juzgado, tratado como la nada que se siente desde que su hígado comenzó a hacerle un piquete. Voilà, niño panzón y huesudo si te he visto no me acuerdo.

3- Una vez que haya pasado de sus problemas burgueses o del terrible hambre en áfrica a qué le doy de comer a mis pibes esta noche, o del voy a desclosetarme frente a mis padres y mi abuelita a si no sale el 25 rojo pierdo la casa de mis viejos, usted debería sentirse nervioso, intranquilo, sin concebir el sueño, con su colon irritado y sus tripas como uno de esos desastres que ni usted recuerda que lo atormentaban.

4- Si no se siente identificado con los problemas que ahora lo aquejan y lo acosan, no se aflija, recurra a lo universal que lo hará olvidar todo. Expóngase al rechazo más duro. Recuerde a ésa persona de la que alguna vez esperó contenciòn, amor y comprensiòn y no obtuvo màs que desalojo, indiferencia y negligencia. Recuerde los buenos momentos, el sonido de su risa, su cara de bondad al ver niños jugar. Ilusionese .

5- Marque el número telefónico de esa persona, perciba como se estruja y retuerce su estómago con cada tono que escucha. Piense que por cada pulso del teléfono su corazón ha latido mil veces más. Sea rechazado. Arrepiéntase. Obsesiónese.

6- Prosiga con los ejercicios hasta no distinguir si usted tiene los problemas o los problemas lo tienen a usted.

miércoles, 22 de junio de 2011

pedì tres deseos

Ahí estaba yo, ahí estaba el nene rubio, gordito, pecoso, fumador y esquizofrénico. Ahí estaban también unas trillizas festejando el que me imaginé sería el peor cumpleaños de sus vidas. Pensé que era probable que hubiese próximos peores pero no, me imaginé que no, que ese día en el hospital psiquiátrico de niños, con una torta sin velas ni canción iba a ser recordado en un futuro aunque miserable y desolado como el peor. La abuela con sus anteojos, el padre con el nene rubio, gordito, pecoso, fumador y esquizofrénico saltándole encima, el otro pibe revolcándose en el piso… los regalos y el silencio.

martes, 21 de junio de 2011


Lloremos y gritemos como marranos, sí pero

No abandonemos la lucha aunque no haya esperanza

este porteño ciego y tembleque apoyado en un bastoncito soltando palabras en una plaza.

Vos en el sur que no es tan sur y yo al norte que no es tan norte bajo un cielo de cenizas pensando en si seremos vacas libertarias o pájaros libres. Ahí, eso, siempritud.

El resto: el resto.




domingo, 12 de junio de 2011

El pequeño rey zaparrastroso

Tarde a tarde, lo veían. Lejos de los demás, el guri se sentaba a la sombra de la enramada, con la espalda contra el tronco de un árbol y la cabeza gacha. Los dedos de su mano derecha le bailaban bajo el mentón, baila que te baila como si el estuviera rascándose el pecho con alevosa alegría, y al mismo tiempo su mano izquierda, suspendida en el aire, se abría y se cerraba en pulsaciones rápidas. Los demás le habían aceptado, sin preguntas, la costumbre.El perro se sentaba, sobre las patas de atrás, a su lado. Ahí se quedaban hasta que caía la noche. El perro paraba las orejas y el guri, con el ceño fruncido por detrás de la cortina del pelo sin color, les daba libertad a sus dedos para que se movieran en el aire. Los dedos estaban libres y vivos, vibrándole a la altura del pecho, y de las puntas de los dedos nacía el rumor del viento entre las ramas de los eucaliptos y el repiqueteo de la lluvia sobre los techos, nacían las voces de las lavanderas en el río y el aleteo estrepitoso de los pájaros que se abalanzaban, al mediodía, con los picos abiertos por la sed. A veces a los dedos les brotaba, de puro entusiasmo, un galope de caballos: los caballos venían galopando por la tierra, el trueno de los cascos sobre las colinas, y los dedos se enloquecían para celebrarlo. El aire oía a hinojos y a cedrones.Un día le regalaron, los demás, una guitarra. El guri acaricio la madera de la caja, lustrosa y linda de tocar, y las seis cuerdas a lo largo del diapasón.La probo, la guitarra sonaba bien. Y el pensó: que suerte. Pensó: ahora, tengo dos.


E. Galeano