viernes, 30 de julio de 2010

5 ejercicios básicos de extrañamiento. Cómo obtener una buena actitud filosófica o alcanzar estados alterados de conciencia en época de escasez

1- Tome una palabra, elija cualquiera y comiéncela a repetir. Varíe las velocidades de repetición, sepárela en sílabas y continúe el proceso. Hay palabras que son más resistentes que otras, como por ejemplo tomate (pruébese con ellas al haber realizado todos los ejercicios). Hay otras más fáciles por las que puede comenzar, a ser: almohada.

2- Extráñese de su entorno. Puede elegir la naturaleza para empezar ya que si vive en la ciudad puede ser un espacio extraño de por sí. Piense en el canto de los pájaros, en el olor de la tierra, la textura de una hoja, el tamaño de una hormiga. Mire fijo el cielo hasta notar el movimiento de las nubes. Cuando haya pasado a un nivel más profundo de extrañamiento podrá sentir nauseas, acaso adjudicárselas a la rotación planetaria.

3- Diríjase a un subte o tren. Comience por escuchar el traqueteo, aíslelo de los demás sonidos mientras mira las caras de los demás viajantes. Piense en el contraste del sonido del tren o subte con las expresiones de cansancio, aburrimiento y resignación. Intente enmarcar cada cara como si fuese un cuadro, asómbrese de la inmovilidad dentro del transporte. Ahora comience a abstraer conversaciones y escúchelas de a una a la vez. Piense en la lejanía, la privacidad en el espacio público, el anonimato. Ahora intente escuchar todos los sonidos y conversaciones a la vez. Sorpréndase de las limitaciones de sus procesos de atención, percepción y comprensión.


4- Una vez que haya usted realizado los anteriores ejercicios se encontrará en condiciones de pasar a un nivel de mayor profundidad. Esta es una técnica que podrá utilizar en todo momento incluso mientras repite los ejercicios 1, 2 y 3. Mírese. Mírese mirar, mírese pensar, mírese su cara de cansancio, aburrimiento y resignación, mírese andar en bicicleta, incluso pruebe mirarse en ángulos a los que nunca podría llegar con un espejo. Mírese de espaldas comprando chocolates en el kiosco, desde arriba haciendo la cola en la verdulería. Piense en usted mirando cómo se mira.


5- Logre ser escritor y protagonista a la vez. Narre sus pensamientos. Piense en tercera persona. Sea su propio narrador omniciente, el que ve y siente, el que ve y siente, el que ve y siente (léase con tono de eco, extráñese de los fenómenos acústicos). Sorpréndase de cómo su vida cansada, aburrida y resignada puede guardar tanto parecido con una película de cine independiente, y de cómo cada acto, si es narrado, puede hasta parecer interesante.


Pequeños ejercicios de refuerzo:


a) Tome los conceptos de todo y nada. Utilícelos al comienzo o al final de una oración alternándolos. Por ejemplo: Nada me viene bien- Todo me viene bien. No me pasa nada- Me pasa todo. Asómbrese de cómo los opuestos pueden volverse sinónimos.


b) Vaya al psicólogo. Recuéstese en el diván. Haga asociación libre. En los silencios practique el ejercicio 4. Piense en el hecho de decirle a un extraño que mira pero no se ve todo lo que se le venga a la mente sin selección previa, juicio o censura. Repita el ejercicio 4. Páguele al analista repitiendo el ejercicio 4.


Extráñese. Sorpréndase.

Sino lo logra pueden pasar dos cosas, usted está muerto o este manual de ejercicios es inútil.
Bonus track: Sienta curiosidad, extrañamiento de cómo tan magníficas instrucciones pueden llegar a ser tan inservibles.



miércoles, 28 de julio de 2010

LOS DERECHOS HUMANOS PARA LAS HUMANAS

CAMPAÑA NACIONAL POR EL DERECHO AL ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO
EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR – ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR
ABORTO LEGAL PARA NO MORIR


Viernes 30 de julio 2010 - Avda. 9 de julio y Moreno 12 hs.- CABA
http://www.abortolegal.com.ar- tp://abortolegalseguroygratuito.blogspot.com/ legalizacionaborto@yahoo.com.ar

simpatìas

Entré haciendo ruido, zapateé, mastiqué tan desagradablemente el chicle como pude para molestar. Pasé mis manos por cada barrote de la reja de la ventana generando una suerte de música. Sacudí mi florido y seco pelo en tu cara, me encargué de que más de un mechón se metiera en tus ojos y en tu boca.

Silbé, aplaudí, inventé una tos forzada en la cual intermitentemente escupí. Corrí los sillones, te rompí un dibujo, te maquillé la cara, saqué plata de tu billetera y dibujé bigotes en la foto de tu documento. Tiré un plato al suelo, abrí la pasta de dientes, la apreté en el medio, pegoteé el lavabo y tiré la tapa por el inodoro. Revolví la mesa de luz, me comí absolutamente todos los chocolates del escondite mientras me mirabas impávido. Me metí por debajo de la mesa y até los cordones de tus zapatillas con un solo nudo para que te cayeras, lo hice de todas las formas menos sigilosamente. Abrí la carta de tu mamá, leí las de tus ex novias, le di cerveza al perro y abrí todas las ventanas para que murieras de frío. Te clavé intermitentemente el dedo en el hombro por horas hasta que lo metì en tu oreja y nariz. Rayé las paredes de tu living con crayón naranja y llené tu baño blanco y recién lavado de garabatos rojos. Me saqué las medias y las dejé arriba de la mesa. Revolví el café mojando la cuchara y después la metí en la azucarera, volqué el azúcar en la mesa, me chupé el dedo y lo arrastré por la madera pegándome los granos en la piel para luego llevármelos a la boca. Arrastré las uñas por la pizarra verde. Abrí paquetes de golosinas mientras mirabas una película, me froté y lustré mis dientes con el índice. Probé absolutamente todos los sonidos de mi celular mientras hacía burbujas de baba. Eructé, me arranqué el pelo, canté finito, increíblemente finito. Tiré agua arriba de la cama, leí con vos estúpida tus cuentos, interpreté un dibujo animado durante horas, te pellizqué los cachetes y te estiré los labios .

...

...

...

Hice todo eso, y ni aún así conseguí que lograras verme.


(fin)

martes, 27 de julio de 2010

Duelo y melancolía

Qué es peor

si la pobreza de este cuerpo vacío

o el vacío de este mundo infernal

¡oh melancolía!

¿Con qué luz se iluminarán las cosas que no están?

miércoles, 21 de julio de 2010

eso, casi mucho

la piel se cae
se me cae
como si de ello dependiera mucho
de ello depende mucho el mundo


un millón de veces sin palabras
un millón de palabras sin silencios

mis piernas pesaron un siglo
es cierto

mirá lo que te digo,
encontrá la piel
debajo de la tierra

no,
no la encuentres
mejor
que se entierre en el olvido

sábado, 10 de julio de 2010

martes, 6 de julio de 2010

mi cuerpo: esa cosa

para leer encomillado


Capítulo 61



No podré renunciar jamás al sentimiento de que ahí, pegado a mi cara, entrelazado en mis dedos, hay como una deslumbrante explosión hacia la luz, irrupción de mí hacia lo otro o de lo otro en mí, algo infinitamente cristalino que podría cuajar y resolverse en luz total sin tiempo ni espacio. Como una puerta de ópalo y diamante desde la cual se empieza a ser eso que verdaderamente se es y que no se quiere y no se sabe y no se puede ser.

.....Ninguna novedad en esa sed y esa sospecha, pero sí un desconcierto cada vez más grande frente a los ersatz que me ofrece esta inteligencia del día y de la noche, este archivo de datos y recuerdos, estas pasiones donde voy dejando pedazos de tiempo y de piel, estos asomos tan por debajo y lejos de ese otro asomo ahí al lado, pegado a mi cara, previsión mezclada ya con la visión, denuncia de esa libertad fingida en que me muevo por las calles y los años».

Puesto que soy solamente este cuerpo ya podrido en un punto cualquiera del tiempo futuro, estos huesos que escriben anacrónicamente, siento que ese cuerpo está reclamándose, reclamándole a su conciencia esta operación todavía inconcebible por la que dejaría de ser podredumbre. Ese cuerpo que soy yo tiene la presciencia de un estado en que al negarse a sí mismo como tal, y al negar simultáneamente el correlato objetivo como tal, su conciencia accedería a un estado fuera del cuerpo y fuera del mundo que sería el verdadero acceso al ser. Mi cuerpo será, no el mío Morelli, no yo que en mil novecientos cincuenta ya estoy podrido en mil novecientos ochenta, mi cuerpo será porque detrás de la puerta de luz (cómo nombrar esa asediante certeza pegada a la cara) el ser será otra cosa que cuerpos y almas y, que yo y lo otro, que ayer y mañana. Todo depende de... (una frase tachada).

(…)


Capítulo 80


Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza, o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago,

me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí (no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas)


y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra (depende).
De otro modo: nos mereceríamos ya una máquina mejor. El psicoanálisis muestra cómo la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté "agujereada" ve implicaciones existenciales que comprometen toda su vida.) Duele pensar que vamos delante de este cuerpo, pero que la delantera es ya error y rémora y probable inutilidad, porque estas uñas, este ombligo,
quiero decir otra cosa, casi inasible: que el "alma" (mi yo-no-uñas) es el alma de un cuerpo que no existe. El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante. Apenas da dos pasos
se rompe el alma ay porque su verdadero cuerpo no existe y la deja caer plaf.
La pobre se vuelve a casa, etc., pero esto no es lo que yo. En fin.

(...)


Capítulo 83


La invención del alma por el hombre se insinúa cada vez que surge el sentimiento del cuerpo como parásito, como gusano adherido al yo. Basta sentirse vivir (y no solamente vivir como aceptación, como cosa-que-está-bien-que-ocurra) para que aun lo más próximo y querido del cuerpo, por ejemplo la mano derecha, sea de pronto un objeto que participa repuganantemente de la doble condición de no ser yo y de estarme adherido.

Trago la sopa. Después, en medio de una lectura, pienso: "La sopa está en mi, la tengo en esa bolsa que no veré jamás, mi estómago." Palpo con dos dedos y siento el bulto, el revolverse de la comida ahí dentro. Y yo soy eso, un saco con comida adentro.

Entonces nace el alma: "No, yo no soy eso."

Ahora que (seamos honestos por una vez)

sí, yo soy eso. Con una escapatoria muy bonita para uso de delicados: "Yo soy también eso." O un escaloncito más: "Yo soy en eso."

Leo The Waves, esa puntilla cineraria, fábula de espumas. A treinta centímetros por debajo de mis ojos, una sopa se mueve lentamente en mi bolsa estomacal, un pelo crece en mi muslo, un quiste sebáceo surge imperceptible en mi espalda.

Al final de lo que Balzac hubiese llamado una orgía, cierto individuo nada metafísico me dijo, creyendo hacer un chiste, que defecar le causaba una impresión de irrealidad. Me acuerdo de sus palabras: "Te levantás, te das vuelta y mirás, y entonces decís: ¿Pero esto lo hice yo?"

Como el verso de Lorca: "Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio." Y creo que también Swift, loco: "Pero, Celia, Celia, Celia defeca."

Sobre el dolor físico como aguijón metafísico abunda la escritura. A mí todo dolor me ataca con arma doble: hace sentir como nunca el divorcio entre mi yo y mi cuerpo (y su falsedad, su invención consoladora) y a la vez me acerca mi cuerpo, me lo pone como dolor. Lo siento más mío que el dolor o la mera cenestesia. Es realmente un lazo. Si pudiera dibujar mostraría alegóricamente el dolor ahuyentando el alma del cuerpo, pero a la vez daría la impresión de que todo es falso: meros modos de un complejo cuya unidad está en no tenerla.

Rayuela, J.C.