sábado, 8 de agosto de 2009

LA FALTA

La oscuridad subìa por mi pelo, tiñendo cada hebra, marchando hacia arriba como un enambre de hormigas negras. Una marea de sombras rompiendo sus olas en mi cabeza. Salpicando en lo salvaje del movimiendo. Dibujando lunares en mi cara con su tinta indeleble.
La oscuridad: ese hermoso pozo infinito de làgrimas cuadradas, de làminas de petròleo. Tumbas de recuerdo, fuente del olvido.
He aquì la soledad, desprendièndose del suelo, subiendo por las tiras que se arrastran. Esta corriente de rìo oscuro se desparrama entre los mechones, sube a chorros por los diminutos canales que se abren entre las briznas. Va ganando terreno, a veces como espasmos que empapan centìmetros enteros con el romper de una ola. Cubre de lleno con prolijidad los pelos de la nuca. Envuelve la totalidad del cuero cabelludo con una especidad parecida a la negrura de la brea. Llega a las raìces. Abre los poros como tùneles. Llena la cabeza de oscuridad. La oscuridad de vacìo.

2 comentarios:

Naty dijo...

Cuando empecé a leer me imaginé que era un sueño. Después, en el parrafo siguiente me di cuenta que no. Pero posta que parecía uno de tus sueños flasheros que sabés tener de vez en cuando.

Anónimo dijo...

Qué imaginación la tuya, linda. No dejás de marvillarme. Ma