martes, 4 de agosto de 2009

Detesto la palabra vaho. Con toda mi alma. La detesto porque es tan asquerosa como el concepto al que refiere. Y las palabras, por algo son palabras y no las cosas mismas. Porque por alguna razón elegimos poner letras en el papel y no, por ejemplo, el olor a mierda.

Pero con vaho no pasa. Elegimos poner las letras, la palabra, y pegamos en la hoja la cosa misma. El olor a mierda. Pasa eso también con palabras lindas. Puente por ejemplo. Podríamos no conocer su significado y con el sólo hecho de pronunciarla sabríamos que se trata de una conexión entre dos puntos, una posibilidad de llegar a la otra orilla. Parecería entonces que no todo en el lenguaje es arbitrario. Pero, ¿qué se gana con eso? Encontrar mierda al dar vuelta la página.

Hay que hacer: La revolución, acabar con la lucha de clases y los órdenes verticalistas, un fin de semana más largo y la restitución de la arbitrariedad que une a la cosa con la representación-palabra.

1 comentario:

Fabio Ruiz dijo...

Bienvenida a Roca Blogs! saludos