martes, 5 de abril de 2011

la frente marchita

Volvì revuelta. Me acostè a dormir con la bolsa de agua caliente, en los pies, la panza, la espalda.
No hay nada peor que el frìo de verano. Pronto me lo iban a hacer saber.
El triàngulo de las bermudas de entre la cabecera y la mesita de luz me advirtiò: puedes ir, volver todas la veces que quieras, pero yo seguirè aquì, a la espera. ¿Como los lagartos? le preguntè. No contestò, se limitò a devorar el termòmetro a la par que el mercurio me salpicaba la cara.

2 comentarios:

todojunto dijo...

Los lagartos, lo único que supieron fue esperar.

Anónimo dijo...

ah, fiebre...