lunes, 19 de abril de 2010

Me balanceo,

me balanceo,
me balanceo,
me
bal
an
ceo,
hasta que mis pies empiezan a correr. Pero mi torso va màs ràpido, y el cuello todavía màs. Comienza a estirarse, ahora es màs largo que el de una jirafa muda y ahora deja de ser animal porque llega a dar la vuelta a la esquina. Por momentos la cabeza cansada cae y se mueve en forma de para avanzar, en forma de para escapar, en forma de para que no la alcance eso que viene atràs y no son mis pies. La pera empieza a dolerme y se me hace la marca que tiene la mitad del mundo que se cayò de chico y se le rompiò la pera (ahora pertenezco a un nuevo grupo de la humanidad aunque hace segundos dije que ya no era animal). La pera sangra y la cabeza levanta vuelo. Van cayendo gotas rojas que dejan un sendero parecido al de Hansel y Gretel, pienso que bien podrìan ser migas de tiempo, miedo y dolor. Como las de Hansel y Gretel. Tambièn pienso que es un sendero que no es necesario marcar, porque nada que pueda ser marcado por migas de tiempomiedoydolor necesita ser marcado. Si lo que quiero es desprenderme de las garras del tiempo, yo no quiero las migas, el balanceo es justamente para volar.

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