viernes, 23 de abril de 2010

usted se tendiò a tu lado

Adoro el agua, cuando está transparente y se puede entender la piel. Que se mueva y que acaricie y que lo que entra pesando pueda flotar. Me dieron ganas de llamarte y decirte si querías dar una vuelta o comer, o tomar una cerveza. Me acordé de tus ojos redondos-redondísimos que nunca entendí si me terminaban de gustar. Y pensé en por qué llamarte a vos y no a otra persona y en qué te hubiese dicho si me preguntabas que por qué te llamé. Me dieron ganas de llamarte porque necesitaba alguien con quien hablar noenserio, y vos sólo hablabas de mentiras, aunque eso de las mentiras no te lo hubiera dicho. Quería alguien que no me conociera y que tampoco tuviera ganas de conocerme ni se dejara conocer. Sólo supe de tu sarcasmo (estúpido) y vos de mí, las partes de La maga que nadie quiere ser. También me dieron ganas de llamarte porque necesitaba ver a alguien que no tuviera especiales ganas de verme, porque yo quería solamente irme lejos y no tener que lidiar con la culpa de mi utilitarismo, cosa que también hubiese callado. Hundiendo la cabeza en el agua se me ocurrieron todas esas cosas, pero me acordé que había borrado tu teléfono, y pedirlo hubiera hecho que se perdiera la espontaneidad del gesto, que en ese momento, era imperiosa.

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