miércoles, 29 de julio de 2009


Antes era tan té con leche. Acá es más café, clarito también pero ya no me hace acordar a mi abuela y la leche a veces está cortada. Los autos uno atrás de otro, millones, que es más rápido ir caminando. Y las hormigas en la nariz que ya ni siquiera sé si son de tristeza. El lápiz trabado, la hoja en blanco, el silencio en casa, en la escuela, en los colectivos y las hormigas otra vez. El ruido insoportable que calla la música. Las partituras equivocadas. Las repeticiones, los puntos aparte y seguido a veces también que me olvido del tiempo y del espacio. De mis palabras que últimamente parecieran estar sólo para ocupar lugar. La terrible humedad, la lluvia que no para, el paraguas prestado, el calefón que no anda, el baño que se rompió, el celular sin batería, el mp3 sin pilas, la pared que escupe agua y todas las cosas que me dicen, que tienden a morir (me).
Yo mientras tanto llamo a Cacho, le aviso a la dueña y compro pilas en el kiosco. Trato de olvidarme por un rato, de no darme cuenta, que las cosas no son sólo en sí sino reflejos.

martes, 28 de julio de 2009

(pero si no me voy ignoro el mundo, y eso es mucho no saber)

Milan Kundera explicaba en una de sus novelas còmo la palabra añoranza encuentra su raiz en la palabra ignorancia. Còmo lo que nos hace extrañar es el no saber de aquello que se ha dejado.
Todo el tiempo me estoy yendo e ignorando. Desconociendo el tamaño de la panza de mi gato, los recorridos de mis amigos por las calles de mi barrio, la cantidad de pecas en la cara de Natalia, la canciòn que està escuchando mi mamà, o el tamaño del perro que està bañando Mele. No son cosas que se preguntan. Son cosas que requieren que uno estè ahì para notar cuàndo, dònde, còmo. Que requieren que uno estè ahì justamente para no preguntar. Porque uno se pregunta cuando no sabe. Porque muchas veces no saber es lo que duele.

lunes, 27 de julio de 2009

Estaba en el aire esa certeza de que tanta poesía junta iba a lastimar a alguien. Tanto vaivén, camino, bicicleta, luz, vueltas... tenían que llevar a algún lugar. Y en esta vida triángulo equilátero, una vez en la cima, no sé si supe, pero era inevitable bajar.Y así, como para no discutir la geometría de la vida, di un salto que más bien fue caída en uno de los pozos finitos del camino.
Callé, por dentro y por fuera, no sólo a mi. Rogué que el suelo del pozo que me sostenía no se rompiera y me hiciese caer infinitamente por toda la eternidad, que son conceptos tan grandes que mi boca aunque gigante no se atreve a pronunciarlos. Siempre irreversible va con un signo menos al lado, con nube gris, con pecera, con jaula, nudos, excesos, demasías. Prisiones.Y como dije, callé. Algo o alguien me cercenó las manos. Castigo clásico de mis raíces árabes para penarme por el robo.
Me pregunté cómo hacía este mundo para estar tan colmado de símbolos y cuán pocos y pobres veces nos deteníamos a comprender. La naturaleza, el movimiento, la inestabilidad, la metamorfosis de algo tan no-vivo como una piedra. Las estaciones, los ciclos, la muerte, el renacimiento, la vida. Las contradicciones, las simetrías.Los árboles que crecen hacia abajo y hacia arriba. Cuánto más cerca están del cielo, más fuerte es su dependencia a la tierra. Y así en silencio vine hasta el río, a traer estas semillas de manos en mi boca gigante. A ver si con el agua, el movimiento y el ruido de los pájaros florecían. El sol está intermitente, pero para estas manos a veces noctámbulas y otras de luz en el jardín, estos vaivenes de cielo parece que no hacen más que despertarlas. Y crecen, están floreciendo.

domingo, 26 de julio de 2009

Soy esa que se esconde detrás de las cortinas.

La que oscurece, la que duele y parte los huesos.
La espía,
---------la que escribe y susurra desde abajo de las sábanas.
La que inscribe el silencio con la palma de la mano
mientras muerde las uñas al tiempo.

Aquí estoy
-----------abajo asoman mis pies.

sábado, 25 de julio de 2009

Cuando uno lee, hace mucho más que transformar letras en sonidos. Despega las palabras de la hoja, las transforma en cosas. Por algunos momentos la palabra perro muerde o nos lame la mano.
Y escribir y ser leído por otros, es algo así como crear perros por mayor. Construir mesas, escalones, temblequeos que se arrancan del fondo blanco y corren por ahí desesperados recién salidos del papel, como perros.