Era el terror de nosotras niñas. Eso que nos hacía pensar en la posibilidad del suicidio, de que ya más nada entonces valiera la pena, porque si eso pasaba el futuro sería tomado por el pasado. Sería el retorno eterno de esos minutos inundándolo todo.
Yo no pensaba en mi inocencia, más que nada me imaginaba que si eso llegaba a suceder el placer quedaría del lado de lo imposible, y entonces ya no tendría sentido vivir.
Cuando abusaron de María agarré el cuchillo sintiéndome culpable por no haber evitado que los segundos que acaban de pasar se repitieran por siempre. Y no le dije nada a mi mamá cuando lo salimos a buscar, sabía que si lo encontrábamos se lo iba a clavar.
3 comentarios:
fuerte el no de las niñas.
seremos los cuchillos de todas las marías.
Otra vez bravo, muy genia. Todo lo sólido se desvanece en el arte.
gracias jácaro
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