Hay veces, cuando voy a ciertas clases o seminarios psicoanalíticos, que me pasa lo que contrariamente -imagino- desearían los expositores. Quiero decir que detrás de ese banco-mostrador escuchoveo seres humanos que no elevándose por sobre su humanidad, se hunden en el patetismo de reducir su tan amada capacidad de lenguaje al mero hecho de hacer enunciados.
Las cosas ya no existen porque las palabras ya no flotan sobre ellas sino que las asesinan. El secreto oscuro de la humanidad queda aplastado por un manojo de símbolos, paréntesis y pesos pegados en la pizarra.
Entonces me imagino que el parlante piensa: Si lo real está del lado de lo imposible, siempre hay un hiato, algo se escapa entre lo que digo y quiero decir y nadie está entendiendo nada, será que lo estoy diciendo bien.
1 comentario:
asi de giles son los lamarkianos...
Publicar un comentario