Sé que mi cabeza empezó a escribir desesperada e incontrolablemente, y
entonces intuyo que todo se terminó, y me odio por saberlo de manera
anticipada, me odio por escribir el final que entonces se vuelve inevitable.
Palabra a palabra voy atando una soga entre nuestras manos agarradas y la
aprieto, la aprieto , la aprieto hasta que la soga se junta entera en un nudo
conciso y deja sueltas nuestras manos.
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