Me quedè quieta, con la boca cerrada, los ojos callados, las manos apretadas como un nudo de carne. Me quedè tan quieta, tan perpleja, tan detenida. Con la boca cerrada, los ojos callados, las manos duras.
Y en mi tanta quietud pude escuchar el río de sangre, los tambores latiendo, los pasos de las ideas corriendo por mi mente, la saliva cruzando el puente de la garganta, las burbujas explotando en el estómago. El mundo gritando historia. El movimiento enmascarado de piel. Y me quedè quieta, tan quieta. Porque con tanto adentro para què.
2 comentarios:
este es mi preferido de tus escritos marian
sabelo
te quiero
què no quiero?
estar quieta
yo tambièn, te quiero y mucho
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